Esta leyenda refiere que una niña de 6 años del pueblo de San Francisco murió al ser atropellada por un camión cuando estaban construyendo la carretera y fue sepultada en el panteón de Jaral de Berrio, Guanajuato.
A los pocos días del entierro, la gente que vivía cerca del cementerio empezó a ver a una niña que lloraba en el cementerio y se asomaba a la entrada, sin salir, mientras pedía que la llevaran a enterrar a la capilla de La Merced de Jaral de Berrio.
El sacerdote fue informado y aunque hizo guardia, no pudo ver a la niña, pero accedió a trasladar sus restos a la capilla por petición de la familia de la muertita. La niña fue sepultada discretamente en la capilla y ya no se volvió a ver su ánima en pena en el panteón de Jaral de Berrio.